Realmente ha habido momentos en los que pensaba que esta entrada nunca llegaría. Ha sido una travesía larga que comenzó hace ya unos años con el primer anime de Bones y acaba con una lectura, por fin definitiva y completa, del manga editado aquí por Norma Editorial. Efectivamente hablo de Fullmetal Alchemist, la serie manga más aclamada de Hiromu Arakawa y uno de los shonen con mejor reputación internacional de los últimos tiempos. En realidad no es casual que haya optado por esperar a que finalizara y saliera editada toda la serie para soltar mi opinión sobre la misma dado que, según mi parecer, hay historias que merecen ser leídas del tirón y esta es una. FMA tiene una estructura que invita a ser devorada de golpe mucho más que otras y esto se debe a tres cosas: duración, esquema y guión. Una serie que dura 27 tomos, con un esquema lineal que evade los arcos de relleno y un guión estructurado en base a una historia central con la consecuente menor importancia de las secundarias sin duda es idónea para ser leída así. Estas tres cosas son fundamentales, creo yo, para entender la buena acogida de este shonen entre el público. Porque no olvidemos cuales suelen ser las lacras del shonen que triunfa: destrucción del guión (y del interés) por duraciones exageradas aunque alguna honrosa excepción haya. E incluso podemos dar gracias que la revista Shonen Gangan, donde se publicó FMA en Japón, optara por aceptar las condiciones, imagino, previstas por la autora, cosa que tampoco suele ser de lo más habitual.
Y luego viene todo lo demás. Una vez demostrado que FMA tiene de su parte una duración ajustada y una historia donde todos los eventos y giros se suceden hacia un mismo objetivo le cuesta poco a Arakawa completar el repoker con unos personajes carismáticos y con adornos narrativos varios para darle el toque de miel a su serie. Seguramente los personajes de esta serie sean su mejor baza de cara a la galería, posiblemente más incluso que la propia historia. Los hermanos Elric se presentan como los protagonistas, unos jóvenes que acarrean un pasado traumático y que deciden tirar adelante para solucionar sus errores y espantar así los fantasmas del pasado. Lo curioso del asunto y una constante a lo largo de la serie es que estos personajes traumatizados que presumiblemente invitaban a personalidades cerradas y ofuscadas sean protagonistas de los gags más hilarantes de toda la serie. E insisto, pasa con todos los personajes. Desde Mustang a Ling, pasando por los homúnculos o Scar, nadie se salva de esa doble vertiente oscura-humorística. Y desde luego se agradece mucho y me congratulo que haya funcionado tan bien cuando no es un recurso fácil de usar. Y luego está el enorme cariño demostrado hacia ellos. Arakawa pone en juego durante el desarrollo de la serie a muchos personajes y en mayor o menor medida los desarrolla cuando la mayoría de autores suele sudar de hacerlo. Yo siempre lo digo (aunque es pura teoría): ten a tu lado a los secundarios, desarróllalos y las probabilidades de éxito de la serie se te disparan exponencialmente. Luego tenemos la historia con sus recursos. Desde mi punto de vista FMA no creo que se diferencie de otras series por su historia pues tiene mucha de las señas de identidad del genero como la acción (que no falten unos buenos combates), los elementos fantásticos (alquimia y waidan), ideologías muy definidas (bien vs mal+ algunos grises) y enemigos con ansias de cargarse cosas y controlar otras (Padre y homúnculos). Por suerte hay otro elemento en juego por el cual la serie se ha ganado el respeto del lector más exigente: los toques seinen. No hay momento más bruto en toda la serie que el de la niña quimera y su destino. Arakawa plantea ahí un elemento dramático de primer nivel que conciencia al lector al instante y le introduce en terreno adulto. De haber seguido por ese camino seguramente estaríamos ante otra serie bien distinta. Luego está la misteriosa figura blanca sonriente que plantea temas de altos vuelos también. Arakawa, lógicamente, vuelve al shonen de inmediato y deja esas pinceladas presentes hasta su mismo final. Otro minipunto más para la serie.
Y por ultimo y no menos importante tenemos el estilo de dibujo e ilustraciones de Arakawa. Apuesta por trazos limpios y no demasiado repetitivos consiguiendo diseños bastante diferentes. Buenos encuadres, buenos fondos y mejorable en algunas escenas de acción. Sin duda esta autora resulta ahora mismo un exponente importante para el manga shonen junto a las CLAMP (bueno, cuando hacen shonen, claro). No es la nueva Rumiko Takahashi pero sí puede sentirse superior a otras compañeras tales como Akira Amano, S. Teshirogi o K. Hoshino entre otras.
En fin, gran serie, de las mejores de los últimos tiempos. Interesante, divertida y entretenida. Los pocos bajones que experimenta son perdonables y quedan mitigados ante los grandes momentos de la misma. Otra manera de hacer shonen y quizás el ejemplo a seguir por autores noveles (y no tanto). Ahí queda eso.
Salu2!
PD: Sí, hasta el final boss puede ser perdonable xD
Y luego viene todo lo demás. Una vez demostrado que FMA tiene de su parte una duración ajustada y una historia donde todos los eventos y giros se suceden hacia un mismo objetivo le cuesta poco a Arakawa completar el repoker con unos personajes carismáticos y con adornos narrativos varios para darle el toque de miel a su serie. Seguramente los personajes de esta serie sean su mejor baza de cara a la galería, posiblemente más incluso que la propia historia. Los hermanos Elric se presentan como los protagonistas, unos jóvenes que acarrean un pasado traumático y que deciden tirar adelante para solucionar sus errores y espantar así los fantasmas del pasado. Lo curioso del asunto y una constante a lo largo de la serie es que estos personajes traumatizados que presumiblemente invitaban a personalidades cerradas y ofuscadas sean protagonistas de los gags más hilarantes de toda la serie. E insisto, pasa con todos los personajes. Desde Mustang a Ling, pasando por los homúnculos o Scar, nadie se salva de esa doble vertiente oscura-humorística. Y desde luego se agradece mucho y me congratulo que haya funcionado tan bien cuando no es un recurso fácil de usar. Y luego está el enorme cariño demostrado hacia ellos. Arakawa pone en juego durante el desarrollo de la serie a muchos personajes y en mayor o menor medida los desarrolla cuando la mayoría de autores suele sudar de hacerlo. Yo siempre lo digo (aunque es pura teoría): ten a tu lado a los secundarios, desarróllalos y las probabilidades de éxito de la serie se te disparan exponencialmente. Luego tenemos la historia con sus recursos. Desde mi punto de vista FMA no creo que se diferencie de otras series por su historia pues tiene mucha de las señas de identidad del genero como la acción (que no falten unos buenos combates), los elementos fantásticos (alquimia y waidan), ideologías muy definidas (bien vs mal+ algunos grises) y enemigos con ansias de cargarse cosas y controlar otras (Padre y homúnculos). Por suerte hay otro elemento en juego por el cual la serie se ha ganado el respeto del lector más exigente: los toques seinen. No hay momento más bruto en toda la serie que el de la niña quimera y su destino. Arakawa plantea ahí un elemento dramático de primer nivel que conciencia al lector al instante y le introduce en terreno adulto. De haber seguido por ese camino seguramente estaríamos ante otra serie bien distinta. Luego está la misteriosa figura blanca sonriente que plantea temas de altos vuelos también. Arakawa, lógicamente, vuelve al shonen de inmediato y deja esas pinceladas presentes hasta su mismo final. Otro minipunto más para la serie.
Y por ultimo y no menos importante tenemos el estilo de dibujo e ilustraciones de Arakawa. Apuesta por trazos limpios y no demasiado repetitivos consiguiendo diseños bastante diferentes. Buenos encuadres, buenos fondos y mejorable en algunas escenas de acción. Sin duda esta autora resulta ahora mismo un exponente importante para el manga shonen junto a las CLAMP (bueno, cuando hacen shonen, claro). No es la nueva Rumiko Takahashi pero sí puede sentirse superior a otras compañeras tales como Akira Amano, S. Teshirogi o K. Hoshino entre otras.
En fin, gran serie, de las mejores de los últimos tiempos. Interesante, divertida y entretenida. Los pocos bajones que experimenta son perdonables y quedan mitigados ante los grandes momentos de la misma. Otra manera de hacer shonen y quizás el ejemplo a seguir por autores noveles (y no tanto). Ahí queda eso.
Salu2!
PD: Sí, hasta el final boss puede ser perdonable xD
2 comentarios:
Jo, cuando leo estas reseñas me siento un poco bicho raro :(
Leí hasta el tomo 15 y aunque no me parecía malo para nada, no me terminaba de enganchar. No veas la rabia que me da que no me guste algo verdaderamente bueno que a la mayoría sí.
A pesar de ello le daré una segunda oportunidad, que no sería la primera vez que en un segundo acercamiento mis impresiones cambian notablemente. Espero hacerlo pronto.
Saludetes.
Vuelve a darle una oportunidad a ver que tal y si no te convence pues tampoco te sientas raro porque por donde la dejas tiene un bajón importante de ritmo.
También conviene decir que ha sido una serie muy sobredimensionada por parte del publico shonen por los elementos distintivos que tiene respecto a otros y no porque sea la creme definitiva. Revisatela y ya me cuentas ;)
Salu2!
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